Ante la llegada –no planificada– de un bebé, son muchos los
interrogantes que surgen en la pareja. Los expertos nos sacan todas las dudas.
Aunque hoy en día nadie se asombra de que la llegada de un
bebé sorprenda a una pareja que no convive, el hecho plantea un dilema.
Imaginate vos en esa situación: probablemente, además de la emoción –y por qué
no un poco de temor– te vendrían a la mente mil preguntas. ¿Cómo voy a hacer
para recibirme o avanzar en mi carrera? ¿Cuándo se lo cuento a mis padres? ¿El
papá del bebé es realmente el amor de mi vida? Y también: ¿debo ir a vivir con
él sólo porque vamos a tener un hijo juntos?
Según los expertos, hay que separar los tantos, ya que la
maternidad y la paternidad a veces tienen poco y nada que ver con el deseo de
formar una familia. “En una relación, las futuras maternidad y paternidad no
van de la mano de vivir bajo el mismo techo, son dos cosas distintas. A veces
coinciden y otras, no. Al revés, cuando una pareja se divorcia, se termina el
deseo entre ellos, pero no se termina el rol de madre o padre”, explica la
psicoanalista Gabriela Pedrotti, docente y supervisora del Centro Dos. “Una
cosa es el deseo de vivir o estar en pareja, y otra cosa es el deseo de tener
un hijo”, agrega.
Y si bien la inesperada llegada de un bebé puede ser un
shock para los dos integrantes de la pareja, hombres y mujeres reaccionamos
emocionalmente de maneras distintas. “A ellos les da miedo no poder cumplir con
su rol de protectores y proveedores, les preocupa no ser capaces de suministrar
a su nueva familia todo lo que pudiera necesitar. En la mujer se generan
sensaciones ambivalentes: por un lado, una profunda emoción –ya que el embarazo
es una fantasía femenina universal– y por otro le preocupa no poder seguir
desarrollándose profesionalmente”, dice Pedrotti. Entonces, si llegaras a estar
en esa situación, lo mejor es que hables con honestidad con él sobre el futuro
bebé y también sobre el futuro de la relación: ¿quieren o no empezar a vivir
juntos? “Concéntrense en lo que cada uno siente, cuéntense sus miedos,
fantasías y expectativas. Eso es mejor que anteponer las conveniencias o las
eventuales presiones familiares para que se casen”, aconseja la psicoanalista.
Decidan lo que decidan, háganlo con honestidad: es la mejor forma de no opacar
la alegría del nacimiento ya que, se casen o no, la llegada de un bebé es uno
de los momentos más importantes en la vida de toda mujer.
Por eso, es mejor no insistir en convivir si notás que el
papá de tu bebé prefiere no formalizar −o reconocer− a tu futuro hijo. Tampoco te
cuestiones si sos vos la que no quiere. Lo más importante no es si sos una mamá
sola, sino que tu hijo sea feliz. “Es preferible padres separados y contentos, que
juntos pero tristes y enojados con la vida”, dice Pedrotti. Por eso, ¡preparate
para recibir a tu hijo! Y pensá que ningún bebé pide permiso para venir al
mundo y que el matrimonio tampoco es un certificado de garantía de que la
relación pueda funcionar.
Publicado en Cosmopolitan en octubre de 2008.
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