martes, 21 de mayo de 2013

Ni vagos, ni héroes olímpicos

José Esses dio clases de periodismo a adultos con discapacidad mental en el club judío Akim durante seis años. Sus alumnos eran mucho más que los medallistas de los juegos paraolímpicos que mostraban los medios. Con ellos, el autor hizo un programa de televisión y escribió No tan distintos, su primer libro, publicado por Capital Intelectual.

Look into your book of rules (Mirá en tu libro de reglas)
and tell me what you see (y decime qué ves)
Are you all that different? (¿Sos tan diferente?)
Are you just the same as me? (¿Sos exactamente igual a mí?)

Con el nombre del tema No tan distintos, escrito por el líder de Sumo, Luca Prodan, tituló José Esses su libro sobre discapacidad mental. Esa frase representa la idea que recorre los capítulos: somos más parecidos de lo que nos damos cuenta.

La mayoría de los mortales pretende conseguir un buen trabajo, tener amigos, pareja, sexo, salir, divertirse. Quizás la diferencia esté, básicamente, en que algunos necesitan más ayuda que otros. Paradójica, o perversamente, no todos recibimos la misma.

En 2004, a Esses le ofrecieron dar un taller de periodismo para adultos con discapacidad mental. Aceptó y, a pesar de que el día de la presentación se sentía “tímido, algo incómodo” y “poseído por el tono de una maestra jardinera”, superó la prueba. En la devolución, le dijeron que estuvo bien. Trató a Edu, que tiene síndrome de down, como a cualquier persona: le dijo “vago” porque no quería tirar un papel a la basura.

Esses se quedó seis años dando el curso. Con parte de los alumnos hizo un piloto de televisión del primer programa periodístico argentino desarrollado por adultos con discapacidad mental. Y escribió éste, su primer libro, en el que cuenta la peripecia de grabar el capítulo cero del programa y cómo trató de holgazán a una persona con síndrome de down.

La narrativa sobre discapacidad tiene, en general, una mirada piadosa: son niños asexuados, perfectos ángeles sin maldad. Con un fondo de música emotiva, los medios sólo muestran a los discapacitados como héroes que ganan una medalla en los paraolímpicos. Y punto. Nada más. Esses derriba ese discurso: focaliza en un tema invisibilizado y lo hace sin solemnidad. No sólo con de las historias de los protagonistas, sino también a través de lo que le va pasando a él: cuenta que le molestan los besos, demasiado efusivos para su gusto, que siente rechazo por el olor a pis de gato de una habitación; confiesa que le da miedo la mirada de un alumno con esquizofrenia.

No tan distintos es, a la vez, una crónica sobre el vínculo de los personajes con el autor; sobre cómo un periodista se posiciona frente a un “otro” no demasiado diferente. Hay, también, reflexiones sobre el discurso de los medios y el mundo judío.

Cada capítulo trae un nuevo personaje, uno más adorable que el anterior. Los hay con discapacidades mentales profundas (algunos pueden comunicarse a través del balbuceo de ciertas palabras) hasta Lorena, una chica con una licenciatura en turismo. Esses tiene el ojo entrenado: encuentra el detalle que habla por el todo. Hay personas que no saben que dentro de los sobrecitos de azúcar hay azúcar. Normas sociales que uno podría pensar obvias, como  ir al baño con la puerta cerrada; algo que desconocían los pacientes de la Colonia Montes de Oca.

Aunque algunas historias tienen todo para ser tragedias, Esses se revela como un fanático del final feliz. Es un libro luminoso: el autor contagia la alegría que le produce ayudar a otros. Dan ganas de abrazarse con Edu, de leer los poemas que escribe Elvis, de entrar en confianza con Gabriel, de charlar sobre el Holocausto con Bruno, de descubrir la insólita vida de Pablo, de pasear por Río Negro con Lorena, y de ser testigo cercano de la historia de amor entre Gabriela y Lorenzo.

Al narrar la experiencia de hacer el piloto de televisión, Esses escribe: “Si algo nos enseñó la aparición del punk, es que la libertad está a un paso. Sólo hay que darlo. Hasta entonces se creía que para hacer música, para expresarse, era necesario dominar las diversas técnicas que exigen los instrumentos. O respetar algunos modales, como no escupir al público. Esos chicos flacos, borrachos, con jeans ajustados, demostraron que había otro camino más intuitivo. Nada fue igual después de The Clash, Ramones, Sex Pistols y tantos otros. Con un espíritu similar, menos reventado, siento confesar, hicimos En vivo y en directo. Un experimento que, como el punk, le daba voz a quienes nunca la habían tenido”.

Ése, también, es el espíritu de No tan distintos.

FICHA
No tan distintos
José Esses
Editorial Capital Intelectual. Buenos Aires 2012

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