¿Quién no vivió alguna vez un romance de verano −o de
invierno− cuando se fue de viaje? ¿Hay algo más lindo y hot? Pero cuando es
hora de volver a la rutina, los tortolitos advierten que viven separados por
cientos −cuando no miles− de kilómetros de distancia. Son muchas las duplas que
dan por terminado con todo el asunto en ese momento, pero otras deciden seguir
adelante con esa relación a distancia.
Difícil, pero no imposible. Tal vez la clave esté en cómo se
plantea la relación: estar de novia no implica tener que salir tooodos los
sábados con él. Hoy en día, una relación a distancia es mucho más accesible
que tiempo atrás. Ventajas del fácil acceso a las comunicaciones (¡gracias a
Dios tenemos e-mail, blogs, telefonía móvil satelital, BlackBerry, webcams,
Skype...). “Si dos personas se conocen y se enamoran, deben luchar por la
relación, ya que encontrar a alguien con quien conversar y que encima haya
atracción, es algo que vale mucho. Es preferible tener una relación a distancia
verdadera que tener al lado a alguien sin conexión. No existe un único modelo
o una forma ideal de pareja”, explica la licenciada Silvia Tomás, psicoanalista
del Centro Dos.
La distancia, está claro, impide algo muy importante en las
relaciones: la intimidad cotidiana, compartir una cena, poder hacerse mimos
después de un duro día de trabajo... y sí, también eso en lo que estás
pensando. Y aunque te mantengas permanentemente conectada con él,
definitivamente no es lo mismo que el vivo-directo. Sin embargo, esta clase de
relaciones tiene un costado motivador: los reencuentros después de días o
meses sin verse suelen ser mucho más apasionados. “Si bien la pareja necesita
de la cotidianidad, con la distancia la relación se vuelve más idílica y hay
menos roces, porque uno de los factores más desgastantes es la convivencia”,
explica la psicoanalista Liliana Zuker, docente de la Universidad de Buenos
Aires.
Entonces, ¿cuál es el secreto de las parejas que sobreviven
exitosamente a la distancia? La conexión, obvio. Pero también es importante
tener presente que además de tu hombre, vos misma tenés una vida por delante y
un montón de otros lazos: tu familia, tus amigos, el trabajo, la facu, tus
hobbies, etcétera. “Pensá en tu pareja para compartir grandes momentos −aunque
sean pocos−, y no como algo sin lo cual no podrías vivir”, aconseja Tomás. “Una
pareja no debe ser un tapón para la angustia, sino un compañero con quien
disfrutar. No es bueno cuando las parejas se mimetizan al extremo: eso no
funciona”, agrega la psicoanalista.
Entonces, si lo amás y lo ves poco porque él vive viajando o
lejos, planeá unas increíbles vacaciones, pensá dónde van a disfrutar de las
fiestas de Fin de Año o imaginate cómo te gustaría que fuera el momento de
llegar a convivir. Y tené en cuenta que algunas circunstancias (como un embarazo)
pueden abreviar los tiempos. Si hay amor, no hay motivos para que lo dejes
pasar de largo por tu vida.
Publicado en Cosmopolitan en septiembre de 2008.
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