domingo, 19 de mayo de 2013

“Antes, cuando moría un pariente se hacía un duelo, ahora se toma rivotril”

El sociólogo Ignacio O´Donnell, recientemente designado funcionario en la Sedronar, da detalles de la situación del consumo de drogas en el país y analiza los distintos tipos de tratamientos para tratar las adicciones.
Sociólogo y magíster en Tratamiento de Adicciones, Ignacio O’ Donnell tiene una vasta trayectoria académica y trabajó en villas, cárceles y asentamientos. A fines del año anterior, con la designación de Rafael Bielsa al frente de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), se transformó en el subsecretario nacional de Planificación, Prevención y Asistencia. Antes, había sido el director del Programa Ambulatorio en Villas de la Ciudad de Buenos Aires. También fue responsable de Casa Flores, la primera institución del país dedicada al tratamiento del paco en adultos.
En la entrevista con Debate, brinda un panorama de los cambios registrados en los últimos años en el consumo de drogas en la Argentina y respalda el “modelo Minnesotta” de tratamiento, que concibe a la drogadicción como una enfermedad crónica y progresiva y no como la consecuencia de otras patologías. También detalla cuáles serán los principales lineamientos de su trabajo como subsecretario y habla sobre el proyecto de despenalización de la tenencia de drogas para el consumo personal, presentado por Aníbal Fernández en el Senado de la Nación.

¿Cuáles han sido, si los hubo, los cambios en el consumo en los últimos años?
Si bien hay un amesetamiento y un descenso del consumo en la población general, que tiene un correlato en las mejoras en las condiciones de vida y socioeconómicas del país después de la crisis de 2001, observamos un aumento del consumo en la juventud. En especial en el abuso de alcohol en los jóvenes y en el aumento del consumo de marihuana. Argentina tiene también un consumo elevado de fármacos, como benzodiacepinas y anfetaminas. Nuestro país no escapa de los parámetros mundiales, en los cuales todavía persiste el problema de las drogas y del consumo en general, porque esto va acompañado de una cultura consumista. Por eso, tenemos que trabajar para prevenir y asistir a los que tienen un problema.
¿Cómo se relaciona el consumo de drogas con el consumismo?
Ésta es una sociedad en la cual se medicaliza la vida. Por ejemplo: antes se hacía un duelo ante el fallecimiento de un pariente y ahora se toma un rivotril. En los jóvenes, por la publicidad, está muy asociado el tema del alcohol con la diversión. Si nosotros, como especialistas, no incorporamos las representaciones sociales que tiene la sociedad respecto de las sustancias, no podemos competir contra los mensajes de promoción del consumo. Entonces tenemos que ser los suficientemente duchos, para poder contraponernos a los mensajes comerciales de alcohol, de cigarrillos, de distintos temas.
¿El consumo de paco esté asociado a la pobreza?
Si bien el paco lo encontramos permeado a las clases medias, sigue siendo una droga que está muy fuertemente asociada a la exclusión y a las villas. Aunque puede pasar que un consumidor habitual vaya a comprar droga a una villa y, al no conseguir cocaína, termina consumiendo pasta base. Sin embargo, todavía hoy está más fuertemente asociado a los territorios de mayor vulnerabilidad y de exclusión social grave.
¿Cuál es el mejor tratamiento para tratar las adicciones?
Distintas personas se adaptan a distintos tipos de tratamiento. Lo que sí podemos decir, basados en la evidencia científica, es que hay algunos tratamientos no cumplen su función, como pueden ser los viejos esquemas basados en la confrontación o muy conductuales, o que aplican castigos. Hoy, se trabaja mucho sobre los pensamientos y los sentimientos de las personas y, también, con estímulos y motivaciones. Después, en desarrollar un proyecto de vida. Los tres ejes más importantes de los que consideramos un tratamiento efectivo son: evaluar -un paso muy importante para la persona- el daño que se ocasionaron y ocasionaron, tener información sobre la enfermedad y poder desarrollar habilidades para la vida. Por supuesto, desde una perspectiva integral que incluya la reinserción y a la familia.
¿Hay abordajes distintos según el tipo de adicción?
Vemos que es más difícil tratar a una persona con una historia crónica con el alcohol o con todo lo que tiene que ver con las cocaínas. En el país no hay opiáceos, que es complicado de atender. Hoy se especializa un poco entre mujeres y hombres, y entre jóvenes y mayores, pero básicamente los tratamientos son similares,  tanto para el alcohol como para una droga.
¿Cómo son los porcentajes entre mujeres y hombres de adicciones a las drogas?
Generalmente hay una mayoría bastante grande de hombres que se puede ubicar entre un 70 y 80 por ciento en lo que es la demanda de tratamiento.
¿Y esto a que se debe? ¿Cómo se explican estos números?
Por un lado puede ser un tema cultural. Para la mujer es más difícil pedir ayuda porque, al ser adicta, transgrede dos veces, la primera por su adicción y la segunda, porque rompe con el rol que le asigna la sociedad, que es el de ser contenedora, moderadora. También hay una parte biológica, dado la diferencia de metabolismo, a la misma cantidad de drogas o de alcohol, la mujer tiene menos capacidad de procesarla que un varón.
¿Por qué un consumidor se vuelve un adicto?
Básicamente hay tres factores que son los que interactúan en el desarrollo de una adicción: uno el medio ambiente en el cual se cría una persona compuesto por la familia, el barrio y la sociedad en un determinado momento social y político; otro es la estructura psicológica, con sus tendencias a la depresión o a otros problemas. El tercer componenete es la droga misma, ya que si se empieza a consumir a una edad temprana, hay muchas más posibilidades de convertirse en un adicto. Esto es muy importante para la prevención, ya que el cerebro no está del todo formado hasta los 21 años, o los 18 según algunos profesionales. Entonces, el consumo temprano es realmente grave para el cuidado de las personas. Postergar el consumo o evitarlo, siempre que sea posible, es un objetivo muy importante en la prevención.
El programa de los 12 pasos o escuela de Minnesota, ¿es un sistema adecuado?
Sí. En Argentina está bastante desarrollado en los grupos de AA y NA y la verdad es que tienen muy buenos resultados en lo que hace a la recuperación a largo plazo, es una de las estrategias que realmente dan resultados.
¿En qué consiste?
Se trata en grupos de ayuda mutua, que antes se decía, equivocadamente, de autoayuda, que refiere al valor terapéutico de un adicto que ayuda a otro. A través del concepto de la enfermedad de la adicción como un problema crónico, propone cuidados de por vida. Además, tiene un componente espiritual no religioso, que es un buen acompañante, en especial para las personas llegan muy deterioradas al tratamiento y que, de alguna manera, tienen que reconstruir su vida.
Entonces, ¿el grupo tiene un lugar importante en la recuperación?
Desde ya, porque se da una fraternidad, en el sentido de que uno ayuda al otro y el que va más adelante va pasando la experiencia, entonces es realmente contenedor.
¿Cuáles son los datos de adherencia al tratamiento y de recaídas?
Actualmente, los niveles de adherencia y de resultado en adicciones tienen niveles de recaída y de recuperación similares a otras enfermedades como pueden ser el cáncer, la diabetes o la hipertensión, que tienen índices altos de recaídas. Por eso es importante quitarle el estigma moral a la enfermedad, porque ningún médico echaría de su consultorio a un hipertenso por haberse comido un salamín. Entonces, no podemos incriminar al adicto porque vuelva a consumir. Observamos que muchas veces, la persona tarda varios años y entre cuatro y cinco tratamientos en parar de consumir. Hay que verlo como un proceso a largo plazo: no es que un momento se hace el tratamiento, se cura y ya está, sino que es importante el seguimiento y el acompañamiento.
¿Qué es lo más difícil de enfrentar para las personas que están en recuperación?
En especial para las personas que tienen una larga historia de adicciones, existe la cuestión de que toda su personalidad está atravesada por el consumo. Entonces hay un miedo a cómo ser padre, hijo, amigo, tener proyectos o trabajar sin consumir drogas. En definitiva, el gran tema es cómo poder recrear una personalidad sin apoyarse en el uso de drogas. Veo que esto asusta a la gente y muchos creen que no van a poder hacerlo. Aprender a no depender es un proceso que implica un dolor implícito, un riesgo permanente y un alto grado de vulnerabilidad para la persona.
Usted tiene un magíster en Tratamiento y Prevención de las Drogadependencias, ¿qué diferencias encontró entre la teoría y la práctica?
En el territorio se te queman los libros. En la teoría se habla de método y técnica, cuando en el territorio lo más importante es la estrategia y esa estrategia debe necesariamente implicar a uno. Yo soy sociólogo, así que tuve que aprender técnicas de trabajo social, porque no se puede hablarle de tratamiento a alguien que tiene hambre, que está en peligro su vida o que no tiene garantizadas las condiciones mínimas de subsistencia. Cuando una persona es discriminada y no tiene herramientas básicas como inserción laboral, educativa, acceso a la recreación, es muy difícil el abordaje. En un centro de tratamiento de clase media, hay condiciones con las que se puede contar, pero esto no sucede en todos lados.
¿Por qué se habla del estigma del adicto?
Porque la imagen del adicto es la del pibe de los barrios, de las villas, pero es muy importante evitar la estigmatización y la discriminación de la adicción y del adicto. Hay mucha hipocresía también, porque hay yuppies que consumen cocaína o empresarios que cuando llegan a su casa se toman tres whiskies y no les habla a sus hijos o señoras que viven tomando pastillas y ninguno de ellos es percibido como un adicto.
¿Cuáles son los principales lineamientos que piensan darle a su gestión?
En primer lugar, la idea es que la Sedronar vuelva a ser el órgano rector en políticas de drogas a nivel nacional. En el sentido de fortalecer la federalización y descentralizar, ya que muchos de los servicios están concentrados en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Por otro lado, desde el Gobierno hay una decisión fuerte de trabajar en el  territorio y la vulnerabilidad social como prioridad. Esto, dentro de las tareas que realiza mi área, que es la asistencia, nos lleva a trabajar en las villas, los asentamientos y los grandes centros habitacionales del país. Para eso, uno de los ejes es hacer un trabajo interministerial, por ejemplo, pensamos trabajar en los Centros Integradores Comunitarios (CIC), que están distribuidos por todo el país y dependen de la cartera de Desarrollo Social. Y también, pensamos hacer foco en el paco, sin ir en detrimento del resto de las drogas y de todas las poblaciones que necesiten atención.
¿Tienen pensado trabajar con las distintas asociaciones de madres contra el paco?
Sí, desde el principio de su gestión, Rafael Bielsa hizo hincapié en este sentido y estamos teniendo casi una reunión semanal con ellas. Es parte de una convocatoria amplia que estamos llevando adelante, porque vemos que hay que fortalecer, facilitar y agilizar la llegada de las personas al tratamiento, y también porque es muy importante la reinserción durante el proceso del tratamiento y posterior al tratamiento. Entonces, en ese contexto, realizamos, para principios de mayo, una convocatoria amplia que incluye a equipos nuestros, a las organizaciones sociales, a las comunidades terapéuticas, a las asociaciones de madres, a los grupos de ayuda mutua como Alcohólicos Anónimos (AA) y Narcóticos Anónimos (NA), a las asociaciones de reducción de daños, a los efectores de salud mental y hospitales, a las iglesias, católicas y protestantes, y a los distintos actores que tiene que ver con este tema. La idea es hacer una red de integración entre aquellos que están en el territorio con los que están afuera.
¿Cuál es la finalidad de construir esta gran red?
Por un lado sirve para fortalecer estrategias, porque por ejemplo, nosotros, en el proceso de facilitar y agilizar el tratamiento, enfatizamos mucho en que el tratamiento se puede iniciar en un hospital o en una comunidad terapéutica, pero la recuperación a largo plazo debe ser dentro de la comunidad. Entonces debemos, no solo intervenir sobre el individuo y sus factores individuales, sino sobre la comunidad y los factores comunitarios. Para eso, trabajamos en sociedad con las organizaciones comunitarias: hemos agilizado los procesos de admisión y de derivación, a partir de que las personas vengan evaluados desde las organizaciones para que directamente puedan ir a un tratamiento. Y también para fortalecer la prevención, en un sentido amplio, que incluya recaídas, por ejemplo. Porque si la persona hace un tratamiento y cuando vuelve al barrio no tiene trabajo, no tiene educación, no tiene recreación, vive en medio de la violencia y en una cultura que no colabora a una vida útil y productiva, no estamos enfocando bien el problema.
El senador Aníbal Fernández presentó, el 29 de marzo, un proyecto de ley que no penaliza la tenencia de drogas para el consumo personal, ¿qué opina al respecto?
La Sedronar, que junto a otros organismos nacionales fue consultada respecto del proyecto, apoyó la idea de que el derecho legal esté alineado con el derecho jurisdiccional. Pero no hay que confundir esto con la legalización. Lo que se respaldó fue la despenalización para una cantidad mínima para consumo propio, con la idea de sacar del fuero Penal y Criminal el hecho del consumo personal. Además, se observó que las penas para los narcotraficantes y los vendedores de drogas son muy duras, lo que nos parece un buen mensaje. Esto no implica que se aliente el consumo ni que no se intente tender un cerco a las personas que comercian y se benefician con la salud de los demás.
El ex titular de la Sedronar, el diputado Eduardo Amadeo, cuestionó la medida diciendo que antes de penalizar, “había que pensar si el Estado estaba en condiciones de dar contención a los adictos”. ¿El Estado está en condiciones de asumir esa contención?
Yo no veo la contradicción entre una cosa y la otra; no veo la relación directa. Lo que podemos decir es que nosotros estamos tomando medidas concretas y estamos teniendo el apoyo político para llevarlas adelante para aumentar las prestaciones que realizamos, para que éstas se acerquen a los barrios, para que se pueda trabajar en conjunto con las organizaciones, para trabajar en todas las líneas de prevención. Estamos trabajando muy arduamente.

Recuerdo
El subsecretario de la Sedronar es hijo del reconocido politólogo Guillermo O´Donnell, quien falleció en noviembre de 2011. “Es un orgullo ver la influencia que él tuvo en el proceso democratizador de Sudamérica, al que creo que él contribuyó. Y es conmovedor ver todo el cariño y el aprecio que le tiene la gente, y todo lo que dejó, no sólo a nosotros como hijos, sino a sus estudiantes y colegas. Mi padre me dejó un legado muy importante en el interés por lo público, la ética, la honestidad, el compromiso y los valores de trabajo. Me da mucho orgullo y estaré agradecido eternamente porque por eso soy quien soy hoy”, así lo recuerda Ignacio.

Ayuda
La Sedronar tiene a disposición de la ciudadanía la línea de teléfono 0800-222-1133 para brindar información de los servicios que ofrecen en todo el país, así como también para solicitar entrevistas y orientación sobre adicciones. El servicio es anónimo y gratuito.


Publicado en Debate en abril de 2012.

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